Un hombre caminaba apresuradamente por la noche cuando, al doblar
una esquina, tropezó con otro que se alumbraba con un farol.
En el momento de ir a increparlo, se dio cuenta de que era ciego.
-¿Para qué necesitas alumbrar tu camino con un farol si eres incapaz de ver
nada?
-Debo hacerlo porque, aunque es cierto que soy ciego, suelo cruzarme con
personas que ven menos aún que yo.

-No entiendo -dijo el otro.
-Tú, por ejemplo, eres
torpe y desatento,
con luz o sin ella.
Y mi farol intenta ponerme a salvo de las gentes así.
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