¿Qué hacer?
Eran diecisiete los camellos, por lo tanto, uno de los animales debía ser cortado al medio.
Los hijos corrieron a buscar al matemático, el erudito del pueblo. Por mucho que razonó, el matemático no pudo encontrar la solución.
-Es mejor buscar a alguien que entienda sobre camellos, no sobre matemáticas- pensó uno de ellos. Recurrieron entonces a un hombre inculto, pero sabio y con mucha experiencia en las cuestiones de la vida. Le explicaron el problema y sonrió:
-Es muy simple la solución, no se preocupen. Alguien me ha regalado un camello y se los presto para hacer las cuentas.
Ahora había dieciocho camellos: nueve fueron dados al primer hijo, seis al segundo y dos al tercero, cumpliendo con lo especificado en el testamento. Sobró un camello, el que fuera prestado.
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Esta historia es la adaptación de un fragmento del libro "Palabras de fuego", de Rajneesh, y sirve para ilustrar la diferencia entre sabiduría y erudición. Lo sintetiza así: "La sabiduría es práctica, lo que no sucede con la erudición. La cultura es abstracta, la sabiduría es terrenal; la erudición es palabra, la sabiduría es experiencia".
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Sobró un camello, que en realidad era prestado y fue devuelto a su dueño. Esta fórmula también funciona con burros...
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