Un agricultor se dirigió al molino, cargando un saco con trigo que acababa de cosechar. Viendo que había allí varios sacos conteniendo harina, arrojó tras el molino los granos del suyo y comenzó a llenarlo con la harina ajena.
El molinero observó la maniobra y le gritó:
-¿Se puede saber qué haces?
-Soy un hombre tonto- replicó- así que actúo según mi pobre juicio.
-Si eres tonto ¿por qué no recoges tus granos y los pones en los sacos de los demás?- preguntó el molinero.
-Porque soy un tonto común; para hacer eso ¡debería ser un gran tonto!
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Otro ejemplo de la utilización de la ironía como recurso de gran sencillez, pero de fuerte impacto, en la comprensión lectora y la consiguiente interpretación del mensaje.
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