lunes, 29 de noviembre de 2010

TODO ES RELATIVO

Un erudito subió a una barca, dispuesto a cruzar el caudaloso río. El barquero, con las pocas palabras que le permitía su escasa ilustración, le dio la bienvenida. El pasajero preguntó:
-¿Tú no sabes gramática?
-No, señor, soy un iletrado- respondió el barquero.
-¿Y geografía? ¿Y aritmética?
-No, señor, nada de eso sé.
-¡Supongo que tampoco historia, literatura o filosofía!
-No tengo ni idea, señor; sólo soy un ignorante - expresó, humillado, el pobre hombre.
-Pues, amigo, un hombre sin cultura es alguien que ha perdido la mitad de su vida - sentenció el erudito.
Instantes después, la barca, arrastrada por la corriente, se estrelló contra una roca y comenzó a anegarse.
El barquero preguntó al pasajero:
-Señor, ¿sabe Ud. nadar?
-Claro que no, ¿para qué me hubiera servido aprender algo tan trivial?- respondió.
-Nada menos que para no perder la otra mitad de su vida- alcanzó a decir el barquero, mientras nadaba hacia la orilla.


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La ironía es la figura retórica que se utiliza en este relato. Consiste en expresar lo que se piensa de tal forma que, sólo por el contexto, se puede reconocer la verdadera intención del emisor. En este caso en particular, la ironía se transforma en sarcasmo debido al final cruel de la historia.

domingo, 21 de noviembre de 2010

SABIA ALEGORÍA

"Algunos monos, durante una fría noche, vieron a unos hombres alrededor de una hoguera. Al acercarse, advirtieron el calor que desprendía aquel extraño fenómeno rojo, semitapado por maderos.
A partir de entonces, durante sucesivas generaciones, en las noches frías, los monos se reunían alrededor de varios trozos de madera, que colocaban encima de un hueco, al que previamente embadurnaban con tintes  rojos que extraían de cierta raíz. Todos coincidían en que ese era el modo correcto de calentarse.
Cuando algún mono ignorante, llegado de otras tierras, declaraba que sentía el mismo frío cerca del hueco rojo como lejos de él, era expulsado del grupo con severas admoniciones, debido al poco respeto que guardaba hacia los antiguos sabios".
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La figura retórica utilizada en este relato es el símbolo, el cual tiene una relación directa con la alegoría y la metáfora:  es una designación que remite a otro objeto, pero que también lo representa, por derecho propio. Las ramas ubicadas en un hueco rojo eran, alegóricamente hablando, la clara imagen de una hoguera, sobre todo por llevar inherente un significado constante y determinado.
De prosa simple, sin artilugios ni pretensiones, pero absolutamente esclarecedora:  otra joyita oriental, de transmisión oral.
Sin embargo, ¿cuántas veces la mala interpretación de las alegorías nos confunde? Para tenerlo en cuenta...




lunes, 15 de noviembre de 2010

EL MEJOR CÓDIGO NO VERBAL

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"¡Qué audacia! Pero fue eficaz: como si hubiera oído algo milagroso, el rostro amenazador del jefe se suavizó.
 Sus ojos se fruncieron, con una amplia sonrisa de beatitud.
-¿Dice que ese Mozart siempre piensa en Mao?- dijo.
-Sí, siempre- confirmó Luo, sin titubear.
Cuando tensé las crines de mi arco, unos cálidos aplausos resonaron, de pronto, a mi alrededor, y casi me intimidaron. Mis dedos entumecidos comenzaron a recorrer las cuerdas, y las notas de Mozart volvieron a mi mente, como amigas fieles. Los rostros de los campesinos, tan duros hacía un  momento, se ablandaron minuto a minuto ante el límpido gozo de Mozart, como el suelo seco bajo la lluvia; luego, a la luz danzarina de la lámpara de petróleo, fueron borrándose poco a poco sus contornos. Disfrutaban.
Relajado, toqué un buen rato, mientras Luo encendía un cigarrillo y fumaba tranquilamente, como un hombre. Mi violín se había salvado a sí mismo de la hoguera".
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Este encantador fragmento pertenece al relato autobiográfico "Balzac y la joven costurera china", de Dai Sijie, cineasta y novelista chino, que cuenta las experiencias vividas por él y un amigo, ambos adolescentes, en los centros de reeducación existentes durante el régimen de Mao Zedong.
Lo transcribí como un claro ejemplo de comunicación a través de códigos no verbales, en este caso, la música de Mozart.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

LA COMUNICACIÓN

"Cuatro viajeros, provenientes de distintos países, que seguían la misma ruta, juntaron algo de dinero para comprar comida.
El persa dijo: -Compremos angur.
El árabe contestó: -No, yo quiero inab.
El turco exclamó: -Nada de eso, compremos uzum.
El griego protestó: -Lo que compraremos será stafil.
Comenzaron a pelear entre sí, cada quien tratando de imponer su voluntad.
Un hombre sabio, que pasaba por allí, les dijo:
-Yo puedo satisfacer el deseo de todos ustedes; denme su dinero.
Los viajeros accedieron a la solicitud del recién llegado. Al cabo de un rato, regresó con aquello que todos deseaban, aunque lo nombraban diferente: uvas".
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Este sencillo relato, de origen desconocido, ejemplifica  la importancia del conocimiento del código,  para que sea posible la comprensión e interpretación de un mensaje. La empatía, o capacidad para comprender las emociones del  otro, no siempre resulta suficiente. Entre los seres humanos, la lengua es uno de los códigos más utilizados para establecer la comunicación (característica exclusiva de la mente humana, esta de decir las mismas cosas, de tantas maneras diferentes), pero no es el único; los códigos no verbales, al no estar acotados por una lengua, logran generalizar los mensajes con mayor rapidez. Tal es el caso del lenguaje gestual y corporal;  los códigos convencionales e icónicos;  la música, las artes todas, en sus múltiples expresiones;  las imágenes, tan hábilmente utilizadas por los creativos publicitarios para convencer a la sociedad de consumo, de las bondades de su producto.
Un párrafo aparte merece la naturaleza, cuando se trata de recibir e interpretar mensajes. Las migraciones periódicas de muchas especies animales; el cortejo, frente al instinto reproductivo; el trabajo en común de los enjambres y los hormigueros; el canto de  pájaros y  ballenas; el color de las setas venenosas, alertando acerca de su peligro. Todos estas señales, e infinitas más, están allí, donde están, por un magnífico motivo: la comunicación.