jueves, 17 de octubre de 2013

DESCUBRIR AL MAESTRO


Un monje andariego encontró, en uno de sus viajes, una piedra preciosa y la guardó en una bolsa. Un día se encontró con un viajero y, al abrir su bolsa para compartir con él sus provisiones, el viajero vio la piedra y se la pidió. El monje se la dio sin más; el viajero le dio las gracias y marchó lleno de gozo por aquel regalo inesperado, que bastaría para darle riqueza y seguridad por el resto de sus días.
Sin embargo, pocos días después, volvió en busca del monje mendicante, lo encontró y le suplicó:

-Ahora te pido que me dés algo mucho más valioso que esta joya: dame, por favor, el sentimiento que te permitió regalármela.

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Bello relato en el cual, mediante la reflexión profunda, una persona común siente que se revela ante sus ojos la sabiduría de un verdadero maestro.



Una vez más, la acción directa supera la
más compleja explicación.