jueves, 17 de octubre de 2013

DESCUBRIR AL MAESTRO


Un monje andariego encontró, en uno de sus viajes, una piedra preciosa y la guardó en una bolsa. Un día se encontró con un viajero y, al abrir su bolsa para compartir con él sus provisiones, el viajero vio la piedra y se la pidió. El monje se la dio sin más; el viajero le dio las gracias y marchó lleno de gozo por aquel regalo inesperado, que bastaría para darle riqueza y seguridad por el resto de sus días.
Sin embargo, pocos días después, volvió en busca del monje mendicante, lo encontró y le suplicó:

-Ahora te pido que me dés algo mucho más valioso que esta joya: dame, por favor, el sentimiento que te permitió regalármela.

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Bello relato en el cual, mediante la reflexión profunda, una persona común siente que se revela ante sus ojos la sabiduría de un verdadero maestro.



Una vez más, la acción directa supera la
más compleja explicación.


 


sábado, 6 de julio de 2013

EL APRENDIZ

Algunos hombres se dirigían hacia la casa de un maestro zen. Uno de ellos le preguntó a otro, a quien veía muy emocionado a medida que se acercaban:

- ¿Has venido, como todos nosotros, a oír sus enseñanzas?

- No- respondió el aludido- Para mí, es suficiente ver cómo se ata las sandalias...

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En este simple texto zen, se pone de manifiesto la importancia de reconocer la sabiduría y acercarse a ella con una actitud humilde y agradecida, tratando de extraer la enseñanza de los hechos más simples de la vida cotidiana.

domingo, 3 de febrero de 2013

UN CUENTO ZEN


Se encontraba una joven mujer a la orilla de un río que deseaba cruzar, pero las aguas eran muy caudalosas.
Ella tenía urgencia de pasar, para ver a su madre.
De repente, dos monjes pasaron por el lugar y ella les imploró que la ayudaran a pasar, explicándoles su problema.
Uno de los monjes le dijo que no podían tener contacto con el sexo opuesto porque habían hecho votos.
El otro monje, sin dudarlo, la subió sobre sus hombros y con grandes dificultades, la cargó hasta la otra orilla.
Los monjes siguieron caminando, pero el que no quiso ayudarla iba muy molesto y de vez en cuando le increpaba al otro que había roto sus votos.
Hasta que el buen monje le dijo:
-Yo la ayudé y cargué sólo hasta la otra orilla, en cambio tú, ya la llevas cargando muchos kilómetros…
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 En la práctica del Budismo Zen no hay mucho que explicar; en este bello relato de transmisión oral, la enseñanza se basa en la moraleja que puede extraerse de su contenido:

No silencies tu propia voz,  ya que estarías dejando de ser; sé como solo tú puedes ser, sé tu mismo”.