domingo, 3 de febrero de 2013

UN CUENTO ZEN


Se encontraba una joven mujer a la orilla de un río que deseaba cruzar, pero las aguas eran muy caudalosas.
Ella tenía urgencia de pasar, para ver a su madre.
De repente, dos monjes pasaron por el lugar y ella les imploró que la ayudaran a pasar, explicándoles su problema.
Uno de los monjes le dijo que no podían tener contacto con el sexo opuesto porque habían hecho votos.
El otro monje, sin dudarlo, la subió sobre sus hombros y con grandes dificultades, la cargó hasta la otra orilla.
Los monjes siguieron caminando, pero el que no quiso ayudarla iba muy molesto y de vez en cuando le increpaba al otro que había roto sus votos.
Hasta que el buen monje le dijo:
-Yo la ayudé y cargué sólo hasta la otra orilla, en cambio tú, ya la llevas cargando muchos kilómetros…
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 En la práctica del Budismo Zen no hay mucho que explicar; en este bello relato de transmisión oral, la enseñanza se basa en la moraleja que puede extraerse de su contenido:

No silencies tu propia voz,  ya que estarías dejando de ser; sé como solo tú puedes ser, sé tu mismo”.